El año que inicia se caracterizará por un entorno externo que tendrá dos grandes “shocks” (o impactos) que afectarán la economía mexicana de distinta manera y en los cuales podremos hacer influir de manera muy limitada. Su impacto en las perspectivas económicas nacionales dependerá de la magnitud de cada uno de ellos y de las medidas internas que se tomen para amortiguar su efecto en el país. Estos shocks son:
2) Un cambio profundo en el enfoque del gobierno norteamericano hacia nuestro país, que incrementará las restricciones a los flujos comerciales y de inversión entre nuestros países. Esto resultará de cambios en sus políticas fiscales, recaudatorias y de migración. Cabe destacar la importante reducción en los impuestos que las empresas norteamericanas tendrán en aquel país, que pondrán en desventaja a nuestra nación. En conjunto, todos estos cambios reducirán los flujos de capitales hacia México.
Estos dos shocks se enfrentan por medio de alguna de las siguientes medidas o por varias de ellas en distinta combinación, de manera deliberada o como consecuencia del mismo entorno:
1) Devaluación del tipo de cambio, como resultado de la menor oferta de dólares en el mercado de cambio. Esto propicia la reducción en las importaciones de bienes y servicios realizadas, con lo que baja la demanda por dólares; al mismo tiempo que incrementa la rentabilidad de las exportaciones reequilibrando la balanza de divisas. Esta devaluación propicia un proceso paulatino de sustitución de importaciones, lo que fomenta el empleo en diversos sectores económicos. Entre los sectores beneficiados se encuentran los exportadores netos como son el agropecuario, el automotriz, el turístico y otros más; mientras que los perdedores son los importadores netos.
2) Incremento en las tasas internas de interés, lo que propicia la entrada de capitales que desean beneficiarse de las mismas; así como castiga a aquellos que decidan reducir sus posiciones de valores mexicanos de manera anticipada. Lo anterior mejora la cotización del peso mexicano y eleva los ingresos para el sector financiero, pero perjudica a los deudores, lo que incrementa la cartera vencida del sector bancario.
3) Reducción de la demanda interna total, por medio de una menor liquidez en posesión de los consumidores y de las empresas, para que así se reduzcan la demanda de divisas en los mercados financieros. Sin embargo, esta alternativa tiene un impacto negativo en la actividad económica y en la creación de nuevos empleos.
En el curso del actual año se tendrán los tres ajustes anteriores en distinta medida, lo que resultará en un importante reacomodo entre los sectores de la economía nacional y áreas del territorio. En su conjunto la economía tendrá una reducción en su dinamismo, que podría crecer la mitad del porcentaje del año que termina, pero algunos sectores tendrán un importante dinamismo. Además, habrá un incremento en la inflación en el primer semestre del año, que la sitúe en niveles superiores al 5% anual en cierto momento. En la medida en que el banco central prosiga una política restrictiva, será posible que la inflación reinicie una tendencia decreciente en la segunda parte del año. La tasa de interés se moverá de manera acorde a los mercados internacionales, al igual que el tipo de cambio.
Para enfrentar estos ajustes, se requerirá que las empresas puedan tener claridad en las medidas concretas que tomarán las respectivas autoridades. Asimismo, se necesitarán apoyos respectivos para realizar las inversiones necesarias, tanto por parte del sistema bancario, de los accionistas, de los consumidores y de los gobiernos locales y el federal. La toma correcta de decisiones requerirá frialdad y análisis serio en 2017.